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Para bien o para mal

“He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura…” - Allen Ginsberg

Jacques Rigaut decía “mi libro de cabecera es un revólver y quizá, alguna vez al acostarme, en vez de apretar el interruptor de la luz, distraído, me equivoque y apriete el gatillo". Así de frágil describía Rigaut la línea entre la vida y la muerte, entre la cordura y la locura. El poeta pinta aquello que va mucho más allá de nosotros mismos, el suicidio. 

El suicidio es motivado, muchas veces, por un instante de demencia o de cordura. Es la muerte voluntaria del hombre, la puesta final donde uno mismo decide el momento exacto en donde debe acabar.

Rafael Pérez Gay nos dice que el suicidio es un problema de los vivos, no de quien lo comete, suele dejar un hondo, profundo, dolor en la gente cercana y la pregunta siempre latente, para siempre y sin respuesta, “¿por qué?”.

Las razones o motivos pueden ser muchos, algunos más dramáticos que otros, pero todos son, desafortunadamente, trágicos. Alrededor de la opinión pública el acto del suicidio suenan siempre, bajo ciertos prejuicios que los engloban, las frases más conocidas ya por todos nosotros, la respuesta más común que se puede escuchar es que “es un acto cobarde”, “la vida vale la pena vivirla”, “hay otras opciones”, etc. Pero pocas veces se han detenido a pensar que el suicidio es un acto de valentía, es tener el coraje para detener la vida en un instante.

La melancolía, la tristeza, el enfado, el cansancio, el desamor, la depresión, entre otros son las causas que llevan a muchos a quitarse la vida. Tales casos refleja Perla Schwartz en El quebranto del silencio (1989), en el que a través de ensayos, habla de algunas mujeres poetas suicidas del siglo XX, entre ellas Sara Teasdale, Anne Sexton, Sylvia Plath, Concha Urquiza, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, Violeta Parra, Julia de Burgos y Delmira Agustini. 

En el libro narra las vidas de estas mujeres poetas y cómo la literatura se volvió su guarida, cómo los poemas se volvieron sus fieles compañeros por los cuales desgarraban el papel contando sus historias. Cada una con una causa distinta, cada una con una historia distinta que las llevaron a hacer de la poesía su forma de vida y morir por ella.

Pero para entender completamente un suicidio debemos de conocer perfectamente los detalles del ejecutor, las circunstancias, sus amigos y familiares, su vida, y aún así estaríamos lejos de saber qué lo orilló a tal acto, pues cada persona encierra sus propios demonios y guarda uno que otro solamente para él y sus pensamientos. La locura es un placer que solamente el loco conoce.

Recordemos a Perla Schwartz al hablar de Sylvia Plath, su rutina diaria era levantarse a la seis de la mañana y escribir hasta antes del desayuno. De dicha disciplina cotidiana surgieron nuevos poemas más serios e interesantes. Se preparaba para dar la gran batalla. En sus poemas hay más vivencias y variaciones estilísticas, imágenes complementarias y energía vital. Sylvia sin embargo, se sentía como una especia de isla entre las masas de caras, nombres y cuerpos diversos, extraviada en la muchedumbre.

Vemos como la lucha por sobrevivir es constante, como existe una relación de creación y sufrimiento cotidiano muy estrecha y cómo se va perfeccionando la forma de escribir y las situaciones que va viviendo se vuelven más fuertes hasta “dar la gran batalla”.

La literatura es eso. Es un refugio en donde puedes prolongar este final ya decidido, se vuelve el espacio de desahogo, el último rincón para sobrevivir, para ser, antes del final. Es el planteamiento de una modificación a la realidad, es poder poner en contexto el rechazo que el escritor le da al mundo por medio de un libro porque el acto de la creación es un intento de variación de lo que se vive, encontrar esas cosas que no gustan para poder crear un nuevo sitio por instantes. Aquel que ha visto lo real y absurdo que es el mundo en el que vivimos tiende, naturalmente, a tratar de reflejarlo por algún medio, así como un tipo de terapia liberadora tienden a crear arte o simplemente a reinterpretar la realidad en la que nos encontramos.

Escribir, dice Vargas Llosa, es una manera de subsanar una insatisfacción. Escribir se vuelve entonces un acto de cobijo propio, es al final de cuentas la manera sutil de asimilar la cruda verdad de este mundo para poder vivir o sobrevivir. 

Pero y ¿qué pasa si no se subsana tal insatisfacción?

La locura es la puerta, muchas veces, para poder entender nuestra realidad, para poder abordar de manera directa y firme lo absurdo que resulta ver la realidad, es la puerta a la mente y sus cuestionamientos que pocos se atreven a abrir, porque sabemos que es difícil salir o querer salir, porque sabemos que es difícil poder vivir o querer vivir después. 

Es entonces, como decía Camus y teniendo en cuenta que toda vida humana es más valiosa que cualquier idea, que existe un único problema filosófico verdaderamente serio, el suicidio. 


COMENTARIO DEL DIA.

Dos semanas han pasado y aun no hay responsables del accidente de la lineá 12 del metro, al parecer no hay ni habrá culpables de una tragedia que marca la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, que con un ¡Al carajo! dio carpetazo al asunto.

Quedan en la memoria 26 muertos y mas de 80 heridos que jamás olvidaran esta pesadilla dejando en claro que en la 4T también hay protección a los aliados y se pasa por alto la negligencia, cueste las vidas que cuesten.

¡Pero el PRI robo más!

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